14 Mayo, 2021
Los okupas de Palavea, en A Coruña, se vuelven a pegar
Los okupas de Palavea han vuelto a las andadas. Este miércoles de nuevo llegaron a las manos. En esta ocasión no pegaron, insultaron o amenazaron a vecinos del barrio. Fue una cosa entre ellos. Dos veces. Por la mañana tuvieron que acudir dos coches de la Policía Nacional y por la tarde cuatro de la Local. Ayer volvieron los altercados. Por el momento, se desconoce el motivo del enfrentamiento.
Aunque el vecindario sospecha de uno de ellos en particular, que «es el que manda» y causó numerosos episodios de violencia contra ellos, no apartan la vista de otros que llegaron en los últimos meses. «Salvo una excepción, el resto es gente muy problemática», cuentan. Desconocen cuántos pisos hay en estos momentos okupados, pero no menos de seis. Los residentes ya no saben qué hacer ni a dónde acudir para que las autoridades hagan algo y terminen con un problema que arrastran desde el 2010, cuando entraron los primeros okupas a los edificios de la calle Bustos. «Primero estuvo una pareja. No daban problemas. Luego los expulsó otra pareja, más violenta. Viven en un piso y okupan otro, como si fuera su segunda residencia, en otro de los bloques. Y no solo eso, subarriendan a otros okupas pisos. Les tienen que pagar 50 euros por el empalme a la red eléctrica y otros 50 por el alquiler», cuenta indignada una mujer que vive muy cerca de «ese peligro». Y lo peor es que algunos tienen hijos pequeños que tienen que vivir en esas condiciones, y metidos en un mundo en el que los niños no deben estar.
El colectivo vecinal ya transmitió en los últimos años y en diferentes ocasiones a los diferentes responsables municipales y de la Delegación del Gobierno su «profundo malestar». Dicen que están convencidos de que llegará el día en que ocurra una desgracia. Que ya en varias ocasiones estuvo a punto de suceder. En esa calle se han visto cuchillos y algunos vecinos del barrio fueron agredidos. Aparte de recibir amenazas tales como que les van a quemar la casa con ellos dentro.
Fuente: La Voz de Galicia